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Es cierto, soy llorona. Es verdad, soy exagerada. Pero vivir este tipo de acontecimientos en mi vida como ciudadana, mujer y periodista me impactan.
Para Jorge Lanata, por ejemplo, la muerte del ex mandatario Néstor Kirchner - en pleno censo, por cierto- nos demostró que "no somos eternos, que a todos nos alcanza la muerte" y que por eso gran parte del país quedó en shock.
El periodista tiene razón. Pero también es cierto que la falta de un líder claro en la oposición, el hecho de que la presidencia de CFK siempre haya sido cuestionada -precisamente por la siempre presente figura de Néstor- y la volatilidad histórica de la política argentina confluyeron para hacer del 27 de octubre un día... extraordinario.
Desde hoy, creo, muchos recordarán qué hacían o dónde estaban cuando se enteraron de la muerte de Kirchner. Sin querer comparar en ningún momento a dos figuras históricas como Kirchner y Eva Duarte de Perón, no puedo evitar recordar que mi mamá de chica alguna vez me contó precisamente eso: qué hacía cuando murió Evita.
Lo fuerte es que más allá de las diferencias, hoy en algún momento del día un argentino comentó con otro argentino la muerte de un ex presidente de la democracia.
No soy K, ni nunca lo seré, pero hay cosas que sorprenden y punto. Queda claro, con renovada fuerza, que todos morimos, algún día.
