18 abril 2011

Olga Garaventa: "Sandro no está, pero es como si estuviera"

Olga Garaventa fue la mujer que acompañó al ídolo de la canción argentina, Sandro, hasta sus últimos días. La que dedicó su amor y su vida a cuidarlo y acompañarlo en una lucha por vivir, esa que tuvo su final aquí, en Mendoza, el 4 de enero de 2010.

A más de un año de aquel triste día, Olga visitó la provincia para participar el viernes en un homenaje organizado por el programa Voz Prevenís, el cual dirige Andrea Fernández, quien trató al cantante durante su internación.

En su paso por Mendoza, Olga compartió algunos de sus recuerdos del Gitano.

–Está muy linda y delgada, ¿qué motivó este cambio?
–Tengo que cuidarme porque soy diabética e hipertensa, pero ahora estoy bien y controlada, bajé casi 20 kilos y se mejoró esa parte. Estoy tranquila y llevando adelante todo esto, como puedo.

–Viene seguido a Mendoza…
–Vengo, sí. Me hago mis escapaditas porque me gusta mucho. Y realmente me trae, no sé si lindos, pero recuerdos de cuando traje a mi esposo. Por momentos son tristes, pero me gustan las montañas y la naturaleza. Me siento muy bien acá. Es como que me cargo de energía.

–¿Cómo maneja todo lo que publica la prensa sobre usted y su relación con Sandro?
–Hay cosas que dicen que son ciertas y otras que no. A veces inventan, pero es el trabajo de ellos y yo los respeto. Supongo que el inventar los mantiene vigentes. A veces duele.

–¿Usted se encarga de seguir difundiendo el legado de Sandro?
–Sí, pero muy humildemente, porque el lugar de él no lo ocupa nadie. Sería una arrogancia de mi parte querer ocupar ese lugar. Él fue Sandro y fue único. Yo fui su compañera y estuve con él hasta los últimos momentos de su vida. Me llena de emoción y le agradezco a Dios y a él este regalo que me dieron a los 50 años.

–¿Cómo es su relación con “las nenas”? ¿Van a su casa?

–Sí, vienen a casa. Las chicas son muy cariñosas y me tratan con mucho respeto y mucho amor. No tengo más que agradecimiento.

–¿Puede llevar una vida normal?
–Sí. Por ahí se dan cuenta y me saludan y por ahí paso ligerito para que no me vean, pero tengo una vida normal.

–¿Cómo fue su amor con Sandro?

–Fue muy lindo porque, a pesar de su enfermedad, siempre tenía un lindo gesto. Él le ponía color a la vida, siempre decía que había que ponerle color a la vida.

–¿Era tan poético para hablar?
–Sí. Pero era muy natural, él en casa no era Sandro, era Roberto.

–¿Usted le decía Roberto?
–Sí, o Robert y, cuando se portaba mal, Sánchez. Cuando estaba enojada le decía así. Lo que pasa es que había que cuidarlo mucho, yo no podía ser partícipe de permitirle todo. Él no podía comer sal, pero tal vez me distraía y se escapaba al baño con el salero. Cuando vi que ya no podía, le dije al médico que no quería ser artífice de un suicidio, porque no me hacía caso. Lo llevamos a hacerle chequeos y le pedí al doctor que lo dejáramos internado, porque mi intención era que viviera.

–¿Cómo cree que lo recuerdan a Sandro?
–Con amor y respeto, y vivo día a día ese amor incondicional. Lo aman y lo ovacionan. Él no está, pero es como si estuviera.

Por: Selva Florencia Manzur
Publicado en Diario UNO de Mendoza

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