10 agosto 2008

Entrevista a Fernando Sepúlveda, un pintor que vive en la búqueda...

El pintor y dibujante chileno vive y expone sus obras en la provincia desde hace más de tres décadas. Asegura que el contacto con referentes locales de distintas generaciones nutrió y mejoró su visión del arte. Acaba de exponer en el ECA, dentro de poco estará en el MMAMM y adelantó que en 2009 expondrá, por primera vez, en su país natal.

Fernando Sepúlveda es un artista plástico nacido en Chile, pero mendocino por adopción, que desde hace más de treinta años plasma sensaciones y motivaciones de las formas más variadas. En una primera etapa lo hizo sumergiéndose en una visión muy propia del ser humano para luego representar lo abstracto de forma viva y llamativa.

En su país natal pasó por la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar y en Mendoza se consolidó de la mano del maestro Eduardo Tejón, con quien aprendió nuevas formas de ver y de moldear la realidad que se crea sobre el papel o la tela.

En su prolífera carrera de dibujante y pintor ha realizado más de 50 exposiciones colectivas y trece individuales, consiguiendo en más de una ocasión trascender las fronteras de la provincia y exponer sus obras en Buenos Aires, San Juan, La Pampa y San Luis.

Las distinciones tampoco se han hecho esperar dado que en 1993 recibió la Primera Mención del Salón Vendimia en pintura, un año más tarde la Primera Mención en pintura del Salón de Ciencias Económicas y en 2002 la Primera Mención en dibujo del Salón Vendimia. Casi a la par de todos sus logros en el ámbito artístico tiene una exitosa carrera como diseñador gráfico que ahora ejerce en la productora local Plan V.
Si bien sus capacidades son notables tanto en dibujo como en pintura, Sepúlveda se reconoce como un pintor profundo y siempre en la búsqueda, ese camino que todos los artistas transitan, pero que él admite lo ha llevado a estar, como nunca, satisfecho frente a sus logros.

Su última muestra, que tuvo lugar en julio en el Espacio Contemporáneo de Arte, lo encontró canalizando las formas más intransigentes de caos –el suyo propio y el del resto del mundo- con colores y provocaciones estimulantes para los sentidos.

En diálogo con +Cultura, Sepúlveda habla sobre la evolución de su arte, las nuevas formas de expresión inducidas por la tecnología y de la muestra que realizará antes de fin de año en el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza. Además, adelantó que para 2009 planea lo que será su primera exposición en Chile y una muestra en la Bodega Zuccardi.
Caos IV (monocopia sobre tela, 2006

- ¿Cómo y cuándo empezaste a pintar?
- Fue bastante azaroso, pero creo que hubo algo vocacional, casi como lo hace cualquier niño. En la secundaria siempre estaba dibujando y no era lo que se dice un buen alumno. En el curso al que yo iba también había un chico que dibujaba y que luego se hizo pintor, pero en Holanda, Fernando Langue se llama. Él fue a rendir a la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar como para darle un marco más institucional a eso que nos gustaba. Cuando rindió bien me instó a que fuera, yo dudaba porque pensaba que para rendir había que saber dibujar muy bien y yo no creía que pudiera, pero me convenció. Me pasó unas hojas, un lápiz y fui. Llegué al Palacio de Bellas Artes, que se me presentó como un mundo organizado y serio, y quedé fascinado.

- Fue entonces que tuviste que irte de Chile…
- Sí, fue bastante sorpresivo y violento el cambio porque mi padre había sido fundador de un gremio y mi hermana y yo militábamos políticamente. Éramos partidarios del gobierno de Salvador Allende y cuando sobrevino el golpe yo incluso estuve detenido y al reencontrarnos toda la familia decidimos que teníamos que irnos porque corríamos peligro y lo más cerca que teníamos era Mendoza.

- Una vez aquí, experimentaste una suerte de reencuentro con la pintura...
- Sí, pasaron varios años hasta que volví tranquilo a encontrarme con esa inquietud, con la idea de continuar en el tema de la plástica y preguntando por ahí llegué al taller de Eduardo Tejón. Allí volví a empezar, asistí tres años y a partir de eso me fui encontrando con otra gente que pintaba, algo que me ayudó a afianzarme en ese ámbito y en lo que hacía. Tuve una etapa que quedó, por decir de algún modo, rota en Chile y en Mendoza me reencontré con la pintura y no la dejé más.

- ¿Qué enseñanzas son las que más recordás de esos años como alumno de Eduardo Tejón?
- Bueno, yo quería pintar como él. Al principio a mí me costaba muchísimo entender cómo él quería que yo mirara las cosas, cómo hacer una pintura, un dibujo o sobre cómo observarla. Al comienzo me parecía raro lo que me decía, pero ahora, habiendo transcurrido veinte años entiendo que él tenía una idea muy especial de cómo concebir el arte. Lo recuerdo como algo muy interesante, creo que tuve la suerte de caer ahí y adquirir una mirada sobre el quehacer plástico, encontrar precisamente lo que yo estaba buscando. Siempre me insistía en afianzar los rudimentos técnicos, pero siempre en una actitud de exploración de las cosas, buscándole la vuelta. Y eso a mí siempre me ha gustado. Hay pintores que son más concretos, cuyo arte depende de cómo ven la vida o las cosas. Creo que pertenezco a los pintores que siempre estamos buscando algo, digamos, casi que mi arte es siempre una búsqueda. Soy de los que pareciera que no consolidan nada de forma inmediata, pero cuando ves el trabajo completo te das cuenta de que sí, pero que es algo más aleatorio. Es como un proceso más largo en el tiempo, pero también efectivo. Creo que se debe a que mi personalidad es así en la plástica y en la vida real también y en el taller del Eduardo yo encontré eso, el cómo poder canalizar ese tipo de miradas.

- A medida que fuiste contactándote con otros artistas de la época, ¿cómo se vio afectada tu obra?
- Creo que se sintió más cuando me fui a vivir a un taller que se llamaba La Escalera donde estaban, entre otros, Bernardo Rodríguez, Ricardo Costa y Susana Dragotta. De alguna manera, en ese momento, aprendí a ejercer el oficio de la plástica mirándolos a ellos, si bien el taller me había servido bastante no era todo. Ese grupo de gente había alquilado un hotel y estaban viviendo todos juntos, luego también me mudé yo, y me sirvió porque todos tenían formas de trabajo plástico muy distintas y eso me permitió ver muchas alternativas de trabajo. Luego, con el paso del tiempo he frecuentado distintos grupos, aún aquellos de diferentes generaciones, y he aprendido a mirar lo que no hago y lo que, tal vez, nunca voy a poder hacer.

- A la hora pintar, ¿pensás o te proponés temas específicos?
- En el desarrollo de las muestras o en algunas épocas de trabajo he tenido una dirección, pero creo que siempre se me ha impuesto más a mí el tema que lo que yo he salido a buscarlo, temas que, a la larga, había tenido una imperiosa necesidad de trabajar y fueron saliendo. De todas formas siempre hay alguna noción sobre lo que quiero trabajar, aunque, no necesariamente después termine elaborando ese plan.

- Hace poco expusiste junto a Egar Murillo y Juan Castillo en el Espacio Contemporáneo de Arte, ¿cómo surgieron las obras que allí mostraste?
- Esas obras las empecé a trabajar a principio de año y quise, desde el inicio, que estuviera presente la sensación de caos. De algo muy caótico, muchas imágenes disputándose el primer plano con igual importancia. Esa idea surgió por dos cosas fundamentales, una que yo soy muy caótico y también porque en otras muestras de pintura siempre había tratado de sofocar esta impronta y había querido hacer un trabajo técnicamente limpio. Conversando con un amigo músico me dijo que hiciera todo lo contrario. Y, de algún modo, le hice caso y trabajando sobre el defecto es donde logré mejores resultados. Además, creo que el mundo cotidiano y la vida es un caos.
- Es decir que en esta última muestra evolucionaste bastante…
- Sí, es como si me hubiera puesto una antena de muy buena recepción para ver en la realidad lo que es caos y eso sintoniza muy bien conmigo. Esta muestra es una de las que más conforme me ha dejado por estos resultados, creo que la tenía hace como cinco años en la cabeza. Varios de los cuadros que estaban ahí en la muestra me han dejado muy satisfecho porque muestran mi mirada de las cosas, desde mi punto de vista y como soy yo.
- Teniendo esto en cuenta y que hace unos 25 años que exponés en Mendoza, ¿cómo notás que ha ido evolucionando tu obra?
- Hace unos días estuve mirando unos dibujos viejos, de la primera etapa, y noté una evolución en las técnicas y recursos y vi que había un camino recorrido, pero a la vez pensé que era el mismo dibujo. Es decir, como si fuera un largo y grande trabajo que me ha acompañado y que tiene el mismo espíritu, con un mismo hilo conductor. Al menos con respecto a la pintura.

- ¿Te gusta más, la pintura o el dibujo?
- Son dos cosas diferentes, el dibujo no es que sea más fácil pero sólo necesitás un lápiz, un papel y cualquiera puede hacerlo. Pintar, por otro lado, para mí es más serio, será porque yo me hago cargo de todo lo que es la tradición de la pintura, por los materiales y el ambiente donde uno lo hace. En mí caso, la pintura es algo más profundo, más elaborado.

- ¿Te intriga saber que opina el espectador de tus obras?
- Sí, me da una intriga terrible, pero a la vez también sé que es imposible saber qué le pasa cuando la ve. Eso habla de la capacidad que uno tiene para encontrar en su trabajo algo más de lo que uno concibió. Por lo general, la gente ve cosas que yo jamás me hubiese imaginado o prefieren aquellos trabajos que estuve a punto de no incluir. Lo que te hace pensar también en el proceso de selección de las obras y en su importancia.

- ¿Para vos existe la inspiración?
- Bueno, la inspiración te agarra trabajando, cuando uno pasa horas en el taller entra como en trance porque empieza a ver exactamente adónde quiere ir y es más probable que logre mejores resultados que cuando recién empieza. En este aspecto, no sé si se le puede llamar inspiración, sí tal vez concentración.

- ¿Has pensado en incursionar en otros ámbitos del arte?
- Sí, para una muestra próxima que tengo en el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza estoy pensando seriamente en no presentar pintura sino hacer algo más cercano a la instalación, a la fotografía y a los textos. La idea surgió porque tengo guardados casi todos los mensajes de texto que me han llegado desde que me compré un celular y si uno los lee de corrido pasan a ser como fragmentos de espejos rotos que por sí solos no te pueden dar nada, pero si los juntás te permiten adivinar la vida de la persona a la que le llegan. La idea sería presentar estos textos y fotografías, es decir, cosas que ya van a exceder el mundo de la plástica. Quiero hacer trabajos que soporten la mirada externa y que, si están bien realizados, pueden generar algo en quien los vea, casi tanto como una pintura.

- Lo que mencionás se ha visto en muchos artistas que hoy optan por usar fotografías e incluso tratarlas digitalmente antes de comenzar el proceso artístico. ¿Qué opinión te genera esta tendencia?

- La tecnología está ofreciendo una mirada de la realidad que uno no se imaginaba antes, la cámara digital o el celular no te dicen nada, pero sí es interesante ver qué cosa generan los celulares y los mensajes de texto, por ejemplo. Como el óleo mismo, que solo no te dice nada, las máquinas no te dicen nada. A la hora de presentar un trabajo estoy esperando que tenga vida propia y hable de determinadas cosas por sí mismo, más allá de las técnicas o de los modelos que uno haya tomado. Yo he copiado fotos para ilustrar, pero la foto en sí misma no te da el valor agregado, veo en esa foto lo que me interesa interpretar y lo que tiene peso. Pero sí, es una técnica que se está usando mucho ahora, pero yo prefiero ver primero el trabajo listo y después saber qué técnicas o tecnologías se usaron. Que exista tanta tecnología es como una tentación, tal vez cuando esta sobrexposición pase seguramente van a quedar muy buenos trabajos y va a tener un sentido que hayan surgido.

Autor: Selva Florencia Manzur
Publicado en + Cultura de MDZ

3 comentarios:

POSTMODERN GEISHA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
POSTMODERN GEISHA dijo...
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POSTMODERN GEISHA dijo...

¡Hola! Necesito contactar urgentemente al pintor Fernando Sepúlveda para revisar una obra que posiblemente sea de su autoría. mi correo electrónico es opaz@mortonsubastas.com